octubre 30, 2009

Amistades

Era un grupo de amigos que gustaban de salir juntos a comer, al cine y hasta a trabajar, siempre estaban juntos. Uno era un rey, una era una princesa, otro era un muñeco y la última era una oveja con piel de loba.

El rey, era eso, un rey, seguro y confiado en sí mismo, además inteligente y trabajador, responsable y aunque era un poco sucio, porque a veces no se bañaba, era muy agradable.

La princesa gustaba de la vida cómoda y fácil, pero desafortunadamente, para ella, se había enamorado, años atrás, de un plebeyo que aunque no era pobre, tampoco era un príncipe y mucho menos un rey. La princesa era más bien como la cenicienta, aunque a diferencia de ésta última, ella tenía a su hermanastra como su sirvienta y su hermanastro le lavaba la carroza y limpiaba sus zapatillas.

El muñeco era simpático y amable pero a fin de cuentas era un muñeco, de esos que no se mueven sin que alguien más lo mueva, de esos que solo hablan si se les da cuerda, siempre estaba quieto y callado, no tenía voluntad, pero dándole una buena cuerda trabajaba sin parar y nunca se quejaba de nada.

La oveja, siempre se había disfrazado de loba, tanto tiempo y tantas veces que el disfraz ya no se le desprendía, sólo quienes la conocían bien se daban cuenta de que era una oveja, pero esta oveja pensaba y trabajaba mucho, se quejaba siempre que podía, eso es claro porque era una oveja, sólo cuando era necesario se colocaba sus colmillos falsos y daba grandes mordidas, eso era lo bueno de su disfraz, tenía muy buenos dientes.

Un día la princesa se enamoró del rey; ni el muñeco ni la oveja se dieron cuenta, con todo y que siempre estaban juntos, eran muy listos, de hecho, eran los más listos de ese grupo de amigos. La princesa pensó que podía tener todo, un rey en la cama y un plebeyo en la casa. Pero se olvidaron que había también una comadreja a quien le gustaba mucho el rey, la comadreja, muy callada y muy astuta, puso trampas para la princesa. Y la oveja quien quería mucho a la princesa, fue la primera en caer en ellas, sin siquiera darse cuenta.

Había también un alíen que gustaba de manipular al viejo topo, quien era el gran jefe de todos, el topo trabajaba mucho pero era casi ciego, apenas podía darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor y se creía todo lo que le decía el alíen, absolutamente todo, el topo creía que el alíen era su amigo.

La comadreja hizo una silenciosa alianza con el alíen y entre los dos convencieron al topo de que la princesa no era necesaria, que otro alíen podía encargarse de lo que ella hacía y que estaban seguros de que lo haría mucho mejor. La comadreja no permitiría que la princesa tuviera más de lo que ella había logrado, además la princesa era más bonita que la comadreja y ésta última no aceptaba eso. Pero la oveja, que no sabía del romance entre sus amigos de la realeza, trató de frenar a la comadreja sin saber que el alíen vigilaba sus pasos. La comadreja lloró amargamente ante el topo diciéndole que la oveja la había mordido con sus enormes dientes. El viejo topo no podía creer eso de la oveja porque la conocía desde años atrás, pero el alíen dijo haberlo visto todo.

El muñeco quiso defender a sus amigas pero no tuvo la cuerda suficiente y volvió a quedarse quieto y callado; el rey no hizo nada, el estaba muy seguro en su lugar y no se expondría a enfrentar ni a la comadreja, ni al alíen ni al viejo topo… qué tiempos aquellos en el que los reyes peleaban por las causas justas, sin importar que no fueran sus causas.

Así, el viejo topo le dijo a la oveja que no podía morder a la comadreja porque la comadreja era débil y frágil, que la princesa no le gustaba y que si se hacía amiga de la comadreja y del alíen y dejaba a sus amigos el rey, la princesa y el muñeco, podía quedarse y la princesa también, pero que si no aceptaba a sus nuevas amistades, tenía que irse.

La oveja se fue y la princesa también, se quedaron el rey y el muñeco y con el tiempo la amistad entre los cuatro se perdió.

El rey se casó con una loba que llevaba siempre un disfraz de oveja, el muñeco se caso con una muñeca de baterías que todos los días le da la cuerda, la princesa sigue al lado de su plebeyo, y sus hermanastros se han ido, ahora ella tiene que hacerlo todo. La oveja aprendió a quitarse el disfraz pero descubrió que sus dientes falsos se habían perdido… una vez los vio… los llevaba puestos la comadreja.

3 comentarios:

  1. nos sirve para saver la amistad

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  2. que aburrido, la verdad no le hayo chiste alguno.

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    1. mm para tu gran informacion esta historia no es de chistes es de la amistad y si crees que los chisten importan mas que la amistad entonces VVETE Y NO COMENTES m*****

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