noviembre 20, 2009

AHORA ENTIENDO

Ayer caí en cuenta, después de más de un año de ocurridos los hechos, de lo que realmente estaba ocurriendo. Lo dicho no hay nadie más bruta que yo misma.

Sufrí todo este tiempo sintiéndome desechada sin saber el motivo de ello, sufrí todo este tiempo dándole vueltas al asunto y tratando de encastrar las piezas, creyendo que realmente algo de todo había sido mi culpa cuando en realidad nada lo fue, excepto claro está, el haber creído en la amistad y el haber defendido a mis “amigos” como eso como si realmente fueran mis amigos.

Ayer que chateaba con un amigo, de esos amigos de verdad, de esos que te escuchan, de esos que te abren su corazón y te dan la confianza para abrir el tuyo. Ayer mientras nos leía, pude darme cuenta gracias a sus palabras, del motivo real de lo que estaba pasando y que había comenzado meses atrás.

Me desecharon, es verdad, pero no fue por algo que yo haya hecho o por algo que haya evitado u olvidado hacer, me desecharon porque les peso en la conciencia. Porque mi presencia es un continuo recordatorio de lo que es su vida y su moral, porque para ellos ha sido mejor cargarme el peso de su culpa que hacer frente a sus acciones.

Es mejor para un marido engañado librar a su mujer de culpas y cargárselas a la amiga quien “seguramente lo sabía todo y la solapaba”, y para esa mujer fue mejor aceptar que la culpa era de la otra, que la culpa podía llevarla quien no sabía nada y la había defendido con la certeza (por desgracia incorrecta) de que defendía una causa justa, de que defendía sus propias normas de moral y respeto por si misma y por los demás.

Y para el amante de la una y aparentemente amigo de la otra, al saber que todo se sabía, lo mejor fue dar la espalda, porque arriesgarse a perder lo que las otras ya habían perdido, no lo iba a permitir… eso justifica cualquier cosa, y así se justifican los cobardes.

No querían ser juzgados, ni en ese momento ni después y aunque no lo habían sido, prefirieron curarse en "salud" y descartar a la única persona que podía recordarles, con solo verla, que ellos están podridos. Prefieren pensar que alguien más puede pagar sus culpas y con ello acallar sus conciencias, aunque en el fondo sepan que ellos actuaron de acuerdo a su juicio.

Haré caso al consejo de mi amigo: “Lo importante no es subir a la montaña, si no estar caminando en la montaña siempre”.

Gracias amigo, porque aunque ellos pudieran seguir sus andanzas, como a veces creo que ocurre, yo me quedo con la conciencia limpia y segura de que encontraré mejores cosas y mejores personas en mi vida.