junio 22, 2011

Te extraño

Me siento extraña cuando te extraño, cuando pienso en ti como en alguien muy cercano, cuando pienso que pude decir si aunque por principios me negara.

Me siento extraña cuando pienso que no estás tan lejos como te siento, que podría acercarme y verte frente a frente. Me siento extraña porque sé que hacer eso solo reviviría lo que siento.

Más no quiero verte si no puedo acercarme y sentir tu piel, tu aliento y tu fiebre.

Te extraño tanto que pienso tu nombre mientras imagino tu rostro entre mis sábanas.

Me siento extraña cuando abro los ojos y sé que no estás, excepto en mis lágrimas.

Mi jardín

Si mi mente fuera un jardín, tú serías las flores. Si mi corazón fuera la tierra, tú serías las raices que crecen y se afianzan. Si mi cuerpo fuera un árbol, tú serías quien recogería mis frutos. Yo estaría gozoso de verte tomarlos y ver que lo disfrutas. Si mi cuerpo fuera una fuente, desearía que tú fueras el cantaro que se llena de mi agua. Desearía poder mojar tus manos, tu rostro, tu cuerpo, tu boca. Si mi ser fuera un jardín quisera que tu semilla germinara.

Pensamientos mezclados

Es necedad querer entender los motivos que mueven a tantas personas. Digo necedad, pero bien puede ser solo estupidez, no de querer entender, si no de no ver lo evidente.

La gente no cambia, la gente se mueve por razones básicas, solo buscan su satisfación, satisfacción egoista. Egoismo puro… puro si, pero no honesto.

¿Qué más da querer ocultar la verdad? Es evidente el fin de sus acciones. ¿Qué persiguen? Obtener un beneficio. Me alegra recordarles lo vano de sus intentos, pierden el tiempo conmigo, no les serviré para alcanzar sus objetivos. Estoy fuera de su mundo y ya están fuera del mío. A veces quisiera regresar, pero aún no es el momento, debo esperar, aunque la espera duela.

Es necedad pensar en lo que no es posible, pero es lindo mantener el sueño y pensar que todos encontramos nuestro lugar en este mundo… ¿Cuál es el tuyo?

marzo 31, 2011

Te amé

Te amé, ya no te amo, te amé tanto y por tanto tiempo que tuve miedo de perderte sin comprender que nunca estuviste para mí.

Te amé y quise darte mi vida entera y me equivoqué. Lloré mucho porque te amaba y nunca ví un poco de amor hacía mi, te amé y lloré.

Hoy solo lloro, porque estoy aquí, aunque ya no siento más amor por ti.

Hoy, es un día más

Perder el rumbo no es solo no saber hacia adonde vas, es también no saber en donde te encuentras; es no tener un objetivo, es avanzar sin una meta, es avanzar sin realmente hacerlo.

Cuando pierdes el rumbo por mucho tiempo, no sabes por dónde volver a comenzar. Lo triste es darte cuenta que te encuentras en donde nunca quisiste estar, ser lo que no querías.

Sentir que has perdido lo que tenías, que lo que queda, no es tuyo, te hace sentir que no tienes nada, que tal vez solo tuviste sueños e ilusiones, no más; te hace sentir invadido por una profunda tristeza, una tristeza que llega a pesar como una roca atada al cuello.

Pienso en ti

Pienso en ti y hacerlo es soñar despierta, soñar que la vida puede ser distinta, que el amor existe y puede ser maravilloso, que puede ser compartido, leal y eterno.

Luego regreso a la realidad y me doy cuenta de que no estás cerca, de que no estamos en la misma esfera, que tu mundo y el mío no tienen nada en común, que lo común nos separa y lloro.

La realidad cae sobre mi y me aplasta, me lastima y me deja sin una ilusión, más luego, vuelvo a soñar y soy feliz, porque en mi sueño estás junto a mí.

Las galletas

Comí una galleta, dulce y suave, me sentí feliz, feliz con una felicidad que se come y se termina, así es que comí una galleta más y otra y otra. Engordé y me dí cuenta de que eso no es felicidad y me sentí triste y gordo, muy gordo y qué más da, comí otra galleta y muchas más. Comí hasta que no pude más, comí hasta que la tristeza estuvo gorda también.

Ahora tenía una compañera, igual de gorda que yo. Comí y morí, perdí todo deseo de vivir y hoy sigo comiendo aunque muerto esté y comeré otra galleta y muchas más, hasta que la muerte verdadera llegue y pueda descansar en paz.

El camino roto

Me hiciste daño, tal vez sin quererlo, acaso ¿eso importa?, no lo sé. Perdí lo único que le daba sentido a mi vida, perdí lo que me hacía sentir felíz, perdí mi mundo y a cambio recibí el olvido, el olvido de todo lo que hice y de todos a quienes conocí. Recibí el desprecio de quienes son el motor de mi vida.

¿Qué me queda? un motor sin rumbo ni dirección. Una vida dedicada a todo, menos a lo que quería ser y lograr. Una vida con cimientos pero sin paredes, quedaron paredes derrumbadas, paredes que tardé mucho en construir y que con un soplo tuyo se vinieron abajo, porque tu traición no solo fue en un sentido, no solo fue hacia una persona, porque tu traición afectó a muchos. Dejaste mi vida con un camino roto y destruiste la meta que estaba a punto de alcanzar.

¿Acaso ese era el fin de todo y al no gustarme, no lo quiero ver? ¿acaso me parece un fin simple, casi miserable o algo que cualquiera puede hacer?

Quería ver la meta a mis pies, quería sentirla y saber qué había adelante, y no lo sabré porque ese camino se rompió sin haber terminado de seguirlo y ahora sin casi emoción alguna, con mucha tristeza, debo buscar otro y desde el sitio en el que estoy no veo uno que me haga sentir el deseo de empezar.

marzo 03, 2011

Pensando en ti

La primera vez que te vi, pensé en tu estatura, la forma de tu cara y… no me gustaste para nada, no hay más verdad que esa.
Te escuché, te observé y me di cuenta que eras genial haciendo tu trabajo.
Alguna vez me pareciste pedante, sólo un poco; cortante y frío si trataba de hablar sobre temas distintos al que nos debíamos enfocar.
Ha pasado el tiempo y con él, tu estatura, la forma de tu cara, tus zapatos, han quedado tan sutilmente a un lado y en su lugar quedaron tu forma de hablar, tu forma de mirar, la seguridad de tu ser y de tu estar, quedó en mi pensamiento el trato amable, el sutil coqueteo, esos toques tenues y casi ocultos de tus dedos en los míos.
Te veo tan cerca y tan lejos y pienso en lo que deseaba, en lo que encontré, en lo que elegí y en lo que nunca tendré.
Pienso en que no hay oportunidad y no puedo evitar que mis ojos se inunden con unas tibias lágrimas de tristeza y soledad.

Eventos escolares

Hoy podría escribir sobre cómo se puede perder la confianza, sobre cómo puede mirarse a alguien de una manera distinta, sobre cómo se quiebra un sentimiento, sobre qué se puede hacer o no hacer para vencer un vicio, sobre lo que sucede cuando se lee un libro o se ve una película, sobre tantas cosas. Y son tantas las ideas que hay en mi mente, que me es complicado elegir un tema y tratar de explicar con palabras lo que siento dentro.

Hoy pensaba sobre las personas que se ocultan en el anonimato para expresarse bien o mal de alguien o de algún tema. Si emiten una crítica positiva no un alguien definido para darle las gracias, mientras que si emiten una crítica negativa y hasta destructiva no hay manera de decirle un “ve a molestar a otro lado”.

También pensaba hoy en las escuelas, en ese esfuerzo que hacen para darles una mayor carga de trabajo a los padres de familia. Pensé en si no han pensado que los padres de sus alumnos no tienen ya muchas cosas qué hacer, muchas en qué pensar, como para además estar usando tiempo en ver como sus hijos y compañeros de sus hijos, cantan, bailan o hacen experimentos o cualquier otra cosa. Es un hecho que los padres saben lo que hacen sus hijos, saben si les resulta fácil o complicado, todas las personas que conozco saben lo que saben o no hacer sus hijos. No entiendo porque les parece genial, que los padres lleven a sus hijos al colegio, los dejen ahí y tengan que regresar dos, tres o cuatro horas después, o una o cinco horas después, para ver unas raquíticas presentaciones, mal montadas –por los profesores-, en las que no funciona el audio, en las que los mapas de fondo se desploman a medio evento, en las que a muchos niños se les olvida lo que tenían que decir y terminan mal leyendo, tartamudeando o de plano se quedan parados sin emitir sonido alguno. Y al terminar, así falte una hora para la salida, no permitan que los padres se retiren llevando a sus hijos con ellos y tengan que regresar una vez más.

No creo que estén conscientes de que eso es un atraco de tiempo, que no importa si ese tiempo estaba destinado al trabajo, a las labores domésticas, al ocio, a la salud o la que sea que fuese, simplemente es un tiempo que toman aunque no les pertenezca, ¿y los niños? Estoy de acuerdo en que a algunos les gustará, pero a la mayoría, puedo asegurarlo, no les gusta ni un poquito.